VICTORIA CRENNA

Nació en Santa Fe en 1882 y falleció en Los Cocos, provincia de Córdoba, el 14 de marzo de 1961. Realizó viajes de estudio a Europa, entre 1923 y 1929, asistiendo a las clases de Madame Lauvernais y Madame Petit Jean en París, ciudad donde participó en exposiciones y salones. Concurrió al Salón Nacional en 1932. Sus pinturas se basaban en el paisaje y la pintura de flores. Enamorada de la belleza de las sierras cordobesas, en 1918, junto a su marido don José Pedro Majorel hicieron construir la mansión La Loma, en Los Cocos, pasando allí muchos años de su vida.

Victoria, era una amante de la vida, disfrutaba cada momento con alegría, Los Cocos significaba perderse en el tiempo y espacio, no hacia falta ver relojes o el calendario. Ya que en la loma el tiempo no pasaba. Constantemente recibía visitas, de todas las clases sociales, no hacia falta ser adinerado para ser amigo de Victoria, ella solo veía los corazones y las intensiones de las personas que la rodeaban,  por las tardes frescas, todos los presentes en la mansión, tomaban un rico chocolate que la misma Victoria les preparaba.

También se dice por allí que solía tocar algunas canciones en la pianola de la sala, junto al hogar, claro no era su fuerte, solo lograba desafinarla, a lo cual, muchas veces se ganaba los retos y enojos del músico Guastavino. 

Los niños tenían las puertas siempre abiertas del lugar. Eran motivo de festejos, por ejemplo las clásicas fiestas de disfraces de enero y febrero, todos los disfraces eran hechos por Victoria y sus ayudantes. El cariño por la gente y Los Cocos era tan grande que siempre estaba lista para ayudar en cualquier circunstancia, en sus viajes obligados que hacia de vez en cuando a Europa, traía medicina para los habitantes del pueblo, por lo cual era recompensada con hierbas autóctonas, Victoria las amaba, en especial el aloe vera, ella decía que la pintura y el aloe, eran su elixir de juventud.

La gran pileta de la loma no era apta para niños, pero ¡Que importaba eso cuando estaba Victoria mirando! ¡Cuantos niños aprendieron a nadar gracias a su paciencia! Amadrinó a todas las pequeñas que realizaban la comunión en la Iglesia Santa Teresita desde 1956 a 1961, comprando absolutamente todo para brindarles una gran fiesta y mucha comida.

Es magnifico imaginar a Victoria en la galería de La Loma, con su atril, mientras Alfonsina leía y creaba sus bellos poemas, o escuchar a la Dra. Grierson y a victoria hablar por horas sobre nuevas formas de ser mujer y de cómo ayudar a los mas pequeños. Uno de los dolores mas grandes que enfrento Victoria, fue cuando Cecilia en 1934 dejó este plano físico debido a un cáncer de útero.  Años mas tarde, debió superar también la trágica muerte de Alfonsina. 

Todo era color y canto en la loma cuando doña Victoria estaba, ella esparcía su amor por la vida a cada instante, su sencillez y carisma la hicieron única. Hoy su hermosa energía, cuidan y custodian la Loma, acompañando a su bellas obras de arte. 

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